Libertad, dignidad humana, autonomía personal, libre desarrollo de la personalidad y salud. Son los derechos mencionados por Gaviria a lo largo de la sentencia y son la columna vertebral de una argumentación sin precedentes para la época y que, a día de hoy, es un referente cuando hablamos del rol de las Altas Cortes en nuestra política de drogas.

Libertad, dignidad humana, autonomía personal, libre desarrollo de la personalidad y salud. Son también los derechos que no se les han garantizado a miles de personas en el mundo y que, cuando piensan en cambios que necesitan, exigen la despenalización del uso de sustancias psicoactivas. Despenalización que en Colombia es una realidad hace 30 años y de la que debemos seguir apropiándonos y defendiendo para evitar que se eche para atrás un avance de esta magnitud.

En Colombia, la criminalización por vía administrativa y la persecución por parte de la Policía han sido una constante que, pretendiendo desconocer la jurisprudencia constitucional, ha derivado en decomisos de sustancias en cantidades inferiores a la dosis personal, imposición de comparendos injustos, estigmatización que opera bajo una lógica racista, clasista, xenófoba y sexista, que muchas veces termina en casos de violencia física y de privaciones transitorias e injustas de la libertad.